5 de abril de 2012


La consciencia aislada.

La práctica del acto comunicativo lleva consigo la adaptación a ciertos patrones lógicos propios del lenguaje escogido en cada caso. Podríamos incluso afirmar que el lenguaje tiene una tendencia a hablar por boca del sujeto y, de este modo, la capacidad comunicativa del emisor queda inconscientemente disuelta. El lenguaje habla y, en tanto que lo hace, enmudece al sujeto. Esta auscultación del medio comunicativo forma parte esencial del trabajo llevado a cabo por Roderick Wikström. Buena prueba de ello es la decisión que toma en 2010 de sustituir los nombres de sus trabajos por códigos en orden a despojarlos de cualquier contaminación conceptual. Un  intenso diálogo de nuestro autor con su medio le permite el proceso introspectivo a través del cual él alcanza su espacio de expresión. Al mismo tiempo, se establece un paralelismo entre este ejercicio y la ubicación del sujeto en el entorno social. En su trabajo contemplamos la distancia de los personajes con el agresivo medio social comunicativo del que participamos en nuestros días.
La proyección de personajes sobre trazos simples y su juego sobre la pureza de los colores le permiten un acceso controlado a su expresión. Una expresión que aspira a comunicar a través de los fundamentos sensibles y la creación de símbolos propios. La cuidada selección de materiales de trabajo tiene como consecuencia un intenso resultado en forma de texturas y brillos, consustanciales al ambiente planteado en cada artefacto.
Mediante un ejercicio de introspección severa Roderick Wikström  identifica sus propios trazos con aquello que quiere ser mostrado, y en ello encontramos la clave de su éxito expresivo ya que apela a aquello no circunstancial de todo sujeto para generar la distancia del espectador con el mundo que le rodea. Mediante el retrato de personajes el espectador es llamado a la extrañeza, a lo insólito de la existencia, ese aislamiento dentro de la cultura que le lleva a conectar con las sutilezas de la consciencia y la conmoción.
Éste proceso no carece de violencia y cierta monstruosidad, la misma con que se enquista la consciencia en las  paredes de lo perecedero.

Rafael Ortiz Izco, 2012.





 
Isolated conscience

Carrying out a communicative act entails an adaptation to certain logical patterns characteristic of the language chosen in each case. We could even state that language has a tendency to speak despite the subject and in doing so, the communicative ability of the speaker remains unconsciously dissolved. Language speaks and thus, silences the subject. This auscultation of the communicative medium is an essential part of Roderick Wikström’s work. Proof of that is his decision taken in 2010 of changing the names of his works for codes so as to deprive them from any conceptual corruption. An intense conversation of our artist with his medium makes possible the introspective process through which he reaches his space of expression. At the same time, a parallelism between this practice and the location of the subject in society sets up. In his work we contemplate the distance between the characters and the aggressive social communicative medium that we are part of nowadays.
The projection of characters on simple strokes and his game on the pureness of colors make possible a controlled access to his expression; an expression that aspires to communicate through the sensitive foundations and the creation of inherent symbols. The careful selection of working material has as a consequence an intense outcome in the shape of textures and shine, innate to the environment set in each artefact.
Through a process of deep introspection Roderick Wikström identifies his own strokes with what wants to be shown and in it we find the key to his expressive success, for he appeals to what is not circumstantial of all subject to generate the distance between the spectator and the surrounding world. By means of the portrait of characters the spectator is drawn to strangeness, to an unheard of part of existence, that isolation within culture that leads him to connect with the subtleties of conscience and shock.
This process does not lack violence and a certain monstrosity, the same with which conscience is obstructed in the walls of decay.

Rafael Ortiz Izco, 2012.






1 comentario:

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